Lic. Liliana Bogarín

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Hola a todos, comparto con ustedes el siguiente capítulo de mi novela Penosa, espero sea de su agrado y no se olviden de seguirme en mi Fan page de Facebook, “Liliana Bogarín Cáceres Poems, Poesías Eternas”

CAPITULO 2
Estudia mucho Mayra, que el día de mañana quiero que seas una gran doctora – dijo doña Penosa.
Si mamá, yo la verdad que siento un poco de dolor de cabeza ya.
No importa mi hija – replicó Penosa – es mejor un dolor de cabeza que un dolor en el corazón.
Y la niña siguió leyendo sin entender muy bien el verdadero significado de aquellas palabras.
Ladia sonrió y luego preguntó a su hermana: – ¿quieres jugar?
-Ahora no – le dijo Mayra – estoy leyendo algo de la escuela.
-A veces mamá se va y llora en su pieza – dijo la pequeña Ladia.
-Si ya sé, ¿por qué será? – dijo Mayra.
Y las dos niñas fueron creciendo con la idea de que “amar es sufrir”, o quizás el sufrimiento es parte de la vida, ya que lo vieron reflejado en su madre.
Ya adolescentes, Mayra de 17 años y Ladia de 16 se estaban preparando para ir al colegio. Penosa había preparado algo de comer, pero ellas no querían abusar de la comida.
Penosa se sentía cada día más anciana. Pero no dejaba que sus hijas lo notaran. Penosa se vestía siempre muy formal. A sus 45 años ella usaba blusas negras, o ropas de antaño, nunca optaba por colores vivos o llamativos, quizás si por los colores pasteles oscuros. Se ataba el pelo con un rodete, y tenía el pelo largo, nunca se lo cortaba. Tenía ojos marrones oscuros y un cuerpo delgado. Desde niñas sus hijas fueron enseñadas por ella a no confiar en los hombres.